Caja con Facsímiles de los 15 números de la revista Proa realizados por la Biblioteca Nacional Mariano Moreno

Mucho se habla y mucho se ha hablado de la revista Proa, la mítica publicación que muy pocos hay tenido oportunidad de leer y en la que un jovencísimo Jorge Luis Borges descollaba ya por su talento y maestría en el uso de la lengua castellana. Y tanto ruido ha hecho y sigue haciendo Proa (publicada entre 1924 y 1926) y su estela revulsiva y vanguardista en el universo de las letras de América Latina, que en 2012 la Biblioteca Nacional Mariano Moreno publicó conjuntamente con la Fundación Internacional Jorge Luis Borges una caja compiladora con 15 facsímiles de Proa, la de la segunda etapa. Los estudios preliminares y la coordinación para hacer posible esta hazaña se lo debemos a dos investigadores de El Colegio de México, Rose Corral y Anthony Stanton.  

Con respecto a la publicación, aclaro que se trata de los facsímiles de la segunda época, pues la primera (con solo tres números, y publicados entre 1922 y 1923) no han formado parte del proyecto aunque se los menciona. 

El inmenso trabajo de documentación, análisis y rastreo literario realizado por Corral y Stanton dio como resultado una edición muy cuidada, muy respetuosa y llena de una profunda admiración y estima por esta aventura literaria de hace más de un siglo, pero que sigue irradiando influencia y que es contribución permanente como alimento e inspiración para los escritores del siglo XXI.

Proa segunda temporada fue una aventura cultura impulsada por cuatro jóvenes rebeldes y vanguardistas: Jorge Luis Borges, Ricardo Güiraldes, Pablo Rojas Paz y Brandán Caraffa. Y como colaboradores y redactores participarían autores tan heterogéneos, antipodianos y disímiles como Roberto Arlt, Leopoldo Marechal, Pablo Neruda, César Tiempo, Oliverio Girondo, Norah Lange y Macedonio Fernández,  entre otros. Y los dibujos e ilustraciones estuvieron a cargo de Gramajo Gutiérrez, Norah Borges (hermana de Jorge Luis), Xul Solar y Julio Castellanos, entre otros. La heterogeneidad, la tolerancia y la enorme variedad de corrientes y estilos reflejadas en Proa ya no volvería a repetirse en ninguna otra publicación de letras de Argentina. 

Curiosamente, Proa fue contemporánea a otra publicación cultural argentina llamada Martín Fierro, que se editó entre 1924 y 1927. Y más curioso aún es que muchos escritores publicaban en ambas revistas, aún cuando sus intereses, propósitos y aspiraciones no fuesen coincidentes. Tanto Proa como Martín Fierro tuvieron un final parecido, ya que como proyectos comerciales fueron económicamente inviables e ideológicamente contradictorios y llenos de tensiones internas y externas. Además, no nos olvidemos que los egos y recelos que hubo tanto en Proa como en Martín Fierro no ayudaron a la convivencia pacífica ni armoniosa entre los adherentes. 










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