Hace algunos años concurrí a un asado en la casa quinta de un conocido. Y fue allí que escuché por primera vez el apellido inpronunciable y de difícil escritura de Darío Sztajnszrajber. Recuerdo que alguien dijo que compró un libro de filosofía, y que el libro era entretenido y daba gusto leerlo. Y ese comentario me extrañó. Y pensé: ¿La filosofía es entretenida?
Pasados los días, fui y compré el libro en cuestión, que se llama Para qué sirve la filosofía. Y para ser honesta, el libro no me resultó entretenido; el libro me pareció magistral. Por primera vez en mi vida me era posible adentrarme en las fauces de la temida ciencia de los pensadores y eruditos y comprender de qué iba la cosa. Y desde ese momento, me hice seguidora de Sztajnszrajber. Suelo ver los videos que se suben a youtube y donde este profesor de filosofía participa y diserta, lo sigo en instagram, leo sus artículos; y cuando voy a Argentina, compro sus libros. Desde aquel primer libro comprado en 2013 pasó mucha agua bajo el puente: a ese libro lo presté y no me lo devolvieron (que es el destino de muchos libros, irse para perderse en la noche de los tiempos). Y luego, en un arrebato consumista, me compré cuatro libros juntos en 2023, en una de mis tantas visitas a Argentina.
Volví a releer Para qué sirve la filosofía (y esta lectura fue tan deliciosa como la primera); me dejé llevar hacia la agonía de saber que no se nada sobre casi nada en su libro Filosofía en 11 frases (donde analiza y desglosa pensamientos expresados en una sola oración de Nietzsche, Foucault, Descartes, Aristóteles o Sócrates, entre otros); y lo acompañé feliz y decidida a demoler y reconstruir conceptos como dios, verdad, democracia, el tiempo, la muerte y el poder en sus extraordinarios Filosofía a martillazos tomo 1 y 2.
La lectura es cultura, es belleza y es luz. Y qué mejor que también sea reflexión, pensamiento y liberación. Querido Darío: gracias.
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