La primera vez que leí este libro, quedé obnubilada. Y la segunda vez, mucho más. Este es un libro 100 x 100 de aventuras vividas por dos hombres maduros neozelandeses en busca de sí mismos, lo inesperado y el más allá en plena crisis mundial y en medio de la gran depresión de los años '30. Los aventureros de marras fueron el autor del libro, Hector Macquarrie; y su amigo Richard Matthews (a partir de ahora, Dick).
No he podido recabar información sobre el enigmático Dick Matthews; pero sí les puedo contar sobre el multifacético Hector Macquarrie. Hector fue un hombre que hizo casi de todo: analista político, periodista, escritor, agente gubernamental, soldado, administrador y consejero de estado; historiador, aventurero, cronista de viajes y ensayista. Al momento de emprender la aventura de ir por el mundo con un Austin 7, o también llamado Baby Austin (bautizado Emily II), Hector ya tenía 41 años, había sido soldado en la Primer Guerra Mundial, había viajado extensamente por muchas islas del pacífico, y había vivido en Estados Unidos e Inglaterra; había publicado varios libros, algunos de ellos muy exitosos; había forjado fama y prestigio como periodista y escritor; y había sobrevivido naufragios y calamidades. Muchos, en aquella época, se habrán preguntado por qué estos dos hombres cómodamente instalados en Nueva Zelanda se embarcaron en semejante desafío de cruzar por 4 continentes en un diminuto y frágil automóvil no apto, quizás, para circular por territorios extremadamente peligrosos y rústicos. Quizás la respuesta está en que estos amigos tenían sed de aventuras, de viajar, y de ser partícipes y testigos de qué acontecía en otras naciones y culturas diferentes a la propia.
La aventura comenzó mal: el barco en el que viajaban junto con su auto Emily naufraga y deben volver a empezar. Ya muñidos con otro Baby Austin (el Emily II), Dick y Hector van zigzagueando por Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Italia, Albania, la extinta Yugoslavia; Turquía, Palestina (hoy día Israel, y Territorios Palestinos); Siria, Líbano, Irán, Iraq; India, Malasia, y finalmente, Australia y Nueva Zelanda. El relato de semejante aventura, bellamente escrito con mucha gracia y un estilo descontracturado y juvenil, hace que el libro se lea muy fácil, que sea una lectura muy rica, cómica y llena de anécdotas y traspiés.
Muchos señalan a Hector Macquarrie (1889-1973) como un escritor que influenció el estilo moderno de escritura de viajes. Concuerdo con esa apreciación. Hector era fresco, distendido, muy divertido y con unas oraciones simples y llenas de gracia. Durante su relato de las peripecias de este mágico viaje junto a su amigo Dick (el encargado de reparaciones y mantenimiento del coche), Macquarrie nos proporciona un asiento preferencial en el que viviremos en desiertos, cruzaremos bosques, estepas y montañas, e interactuaremos con múltiples culturas, sociedades, paisajes y caminos.
El libro, cuya primera impresión salió en 1933, tiene algunas ilustraciones y fotografías muy bonitas; posee 384 páginas, es de tapa dura, y corresponde a la edición sencilla que lanzó Hodder y Stoughton Limited de Londres en 1936. El libro, como no podía ser de otra manera, está dedicado a Dick, sin quién hubiese sido imposible hacer esta alocada travesía.